Cuando te entrevista tu maestra…
Me une a la periodista Norme Valle una larga relación amistosa de profesora-alumna que raya, de un modo inefable, en lo maternal-filial, aunque pasen los años sin que mantengamos un trato asiduo. Hay sentimientos de gratitud que tienen que ver, más que con la asiduidad, con la importancia de unos momentos puntuales en los que me he sabido arropada por la fe de alguien que ha creído más en mí que yo.

Lo sé, porque, hace ya mucho tiempo le pregunté: «¿Cómo es posible que me hayas escogido a mí para el programa de noticias (Hoy en las Noticias, de Radio Universidad de Puerto Rico, 1988) si yo no sabía cómo sujetar una grabadora, y de solamente pensar que mi voz se oiría a través de la radio mis rodillas temblaban y el nerviosismo casi no me dejaba hablar?» Su respuesta, como todas sus palabras, fue concisa: «Porque eres una excelente redactora. Y el trabajo de un profesor es ver en sus estudiantes lo que ni ellos mismos ven». De aquella respuesta tan entrañable y sincera he vivido por mucho tiempo, cuando el ánimo decae: hay que ver siempre más allá, hay que creer más en lo que puede ser, y menos en lo que, aparentemente, no es.
Pero una cosa es recibir el apoyo de mi maestra de periodismo en el plano profesional, como lo hecho siempre, y otra, ser entrevistada por ella, ser el sujeto de la entrevista. Esa es una experiencia que no puedo describir, y que vuelvo a referir a su fe en todo cuanto yo emprenda en la vida, en este caso, mi azaroso y solitario camino por la literatura, este territorio salvaje que en Puerto Rico puede ser un callejón sin salida, a menos que cuentes con más de una persona así como Norma, que te eche la mano en el momento justo.
Sé que para ella como periodista, hacer la entrevista con motivo del relanzamiento de mi segundo libro publicado, To muddy death (Editorial ICP, 2013) tuvo su justificación natural en el libro mismo, que fue Premio Nacional de Poesía del 2011. Pero yo, inevitablemente, sigo siendo, por dentro, la adolescente tímida cuya profesora supo empujar hacia la luz.
Hoy rescato, de la memoria etérea de la web, este momento imperdible en el que conversamos, como si nadie más estuviera del otro lado, sobre los orígenes de una vocación creativa que me ha resultado difícil de integrar a la vida cotidiana, pero a la que no he renunciado ni pienso renunciar. Soy una mujer profesional puertorriqueña, madre de familia, de origen proletario, que no vivo de la publicación de mis libros -casi no logro publicarlos-, como le sucede a la mayoría de los escritores en mi país empobrecido. Las facturas siempre se han pagado bien, no con regalías, sino con la edición que hago de los libros de otras personas, y aunque preferiría dedicar la mayor parte de mi tiempo a lo mío, esa faceta editorial es tan importante en mi perfil como la creación literaria. De hecho, la edición es otra forma de crear, muy parecida a la definición de Norma acerca del papel del profesor: la editora ve en un texto lo que nadie más ve.
Sobre estos y otros asuntos relacionados con el proceso que me condujo a la publicación de To muddy death, hablé con Norma Valle en Agenda de Hoy. Aquí el podcast.