Antes fue el silencio
Si algún día preguntan quién fui
dirás que aprendí a caminar
donde mis padres aprendieron
a caer.
Antes fue el silencio en la laguna.
Hasta que el primero de nosotros
hundió sus pies en el cieno.
Era difícil caminar sobre el lodo.
Caminamos.
Hasta que el primero de nosotros
se alzó sobre zancos de madera vieja.
No era fácil mantener el equilibrio.
Caímos varias veces.
Hasta que el primero de nosotros
construyó un puente de tabla y un callejón.
Fue tedioso caminar sobre los puentes.
Hasta que el primero de nosotros
fabricó un caballo de palo y paja
al que llamamos Camarero.
Entonces, de tierra firme
llegaron en automóviles
hombres bien vestidos
e hicieron apuestas.
Ese día descubrimos
que más allá del Caño
se alza otra ciudad
que avanzará hasta nosotros
con la velocidad de un tranvía.
Corrimos despavoridos
al oír la trompeta del hipódromo.
Hasta que el primero de ellos
nos ofreció dinero
y el primero de nosotros
cambió sus zancos, puentes y callejones,
el caballo y el hipódromo
por una muralla, una avenida,
un carro viejo y un residencial.
Y nos aplaudieron.
Hasta que el primero de nosotros
reclamó título de propiedad.
Mi padre soñó
para Ceferino Otero
Mi padre soñó ser jinete, ganar un Derby.
Y el barrio parió a Junior Cordero.
Mi padre soñó ser boxeador, pegar fuerte.
Y el barrio parió a Wilfredo Gómez.
El barrio no soñó tener un líder obrero.
Y la abuela parió a mi padre.
Secar el mar
San Juan, no quise pronunciar tu nombre.
Detesté los compromisos
casi tanto como a los urbanizadores
.para construir un puente, un camino
entre mi árbol genealógico y el tuyo.
entre tu inasibilidad de aguacero
y mi súbita orfandad de títere.
¡Para descubrirme esclava
de tu apalabramiento! Obrera
que cae de todos los andamios.
Aquí estoy de nuevo
lanzando los versos
para intentar la andadura
sobre tus pantanosas aguas
y no hundirme más
en la fangosa ambigüedad
de la sal. Insula soy
en esta pequeña ciudad
con hábitos de reina cosmopolita.
¡Se dice fácil! Secar el mar.
Nos deletrea…
Manuel de la Puebla
Cuando en 1996 Rosa Vanessa Otero me entregó los 15 poemas de «Canción de Lázaro» me pareció haber hecho un descubrimiento: el de una joven poeta, de gran madurez y sello muy personal. La publicación de En el fondo del Caño, en la Colección Aquí y Ahora, de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico, vino a confirmar mis impresiones.
–Manuel de la Puebla, «Entrevista a Rosa Vanessa Otero». Julia Revista de Poesía, Año I Número 2 2000

En el fondo del Caño (Genealogía)
Rosa Vanessa Otero. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997.
Tapa blanda, 4×7 plgs, 74 pp.
Con fotos por Juan Hernández
ISBN 0-8477-0311-8
Nota: Las fotos en esta entrada son del archivo del Proyecto Enlace del Caño Martín Peña.