La revista Errancia de la Universidad Autónoma de México, número 24 publica una selección del poemario inédito «La mujer de Job», de Rosa Vanessa Otero. La edición, que reúne textos literarios de 31 autores latinoamericanos, es ilustrada por el artista cubano Pedro Pablo Oliva.
Una mujer anónima lo pierde todo, menos la palabra
A cada texto le llega, tarde o temprano, su momento de salir a la luz. Algunos tardan más que otros, y no necesriamente llegan a tener formato de libro impreso. Lo importante es eso, salir, cuando sea, a recorrer su camino. La mujer de Job es un trabajo de 2006 que quedó en estado de latencia hasta que, en 2021, se nos presenta la oportunidad de dar unos poemas a la poeta y editora Carmen Vascones para publicarlos en el número 24 de Errancia, Revista de Psicoanálisis, Teoria Crítica y Cultura, gracias a una invitación del amigo poeta puertorriqueño Alberto Martínez Márquez. A ambos, gracias.
Escribir un poemario monotemático que parte de un texto bíblico (el libro de Job) supone una gran complejidad y dificultad. ¿Cómo se da voz a un personaje anónimo que en el drama original habla solamente una vez? ¿Cómo se asume su escritura hoy, aquí, sin caer en una recreación burda de unos tiempos y un lenguaje que no nos pertenecen? No tengo respuestas para esas preguntas, aparte de los poemas. Cada uno es un intento de dialogar con sinceridad con esa mujer sin nombre, furiosa, que lo ha perdido todo y, contrario a los hombres del relato, y a su hombre, no entretiene su dolor perdiéndose en disquisiciones filosóficas sobre la culpa o la retribución. De un modo extraño, lo que a Job le toma varios discursos descubrir, ella lo ha vivido de antemano y desde adentro (no es él quien llevó en las entrañas a los hijos, desde luego).
…¿Son estos unos poemas religiosos? Tal vez sí, tal vez no. ¿Son una crítica feminista? Podrían serlo, pero no exactamente. Solamente admitiré que mi atracción por el libro está unida a una situación personal muy puntual, en la que el sufrimiento me arrinconó, sin que los mortales a mi alrededor (hombres y mujeres) parecieran comprender que se puede estar desgarrado, y demostrarlo, y aún así, saber y aceptar que el globo terráqueo seguirá en rotación continua; que la vida continuará su curso de manera natural; que no es necesario apresurarse para interpretarle los signos de los tiempos al sufrido, y señalarle monstruos ajenos para solucionar del duelo. En fin, que pretender exorcisar a la persona sufriente a palos disfrazados de piedad es peor que dejarle sola o solo.
Cuando la mujer anónima esgrime el poder irónico de su palabra: «Maldice a Dios y muérete», que es lo único que su autor le atribuye decir, en esta expresión violenta hay toda una crítica al discurso y la actitud de los personajes masculinos ante el dolor, más que una blasfemia contra YHVH. De esta persuasión están cruzados los textos, que se ocupan de dar valor al sufrimiento, no de resolver el drama de la justicia.
La dureza de esa mujer proscrita me interpela, porque comprendo que en aquel libro que se ocupa del juicio entre el hombre y Dios, quedan sin validar el dolor y la palabra de la hembra. Hembra-madre, hembra-esposa, hembra-hembra, hembra-sujeto histórico, hembra-ser pensante, dialógico. Sé que es este un texto antiguo, probablemente ausente ya de la memoria simbólica de muchos, sobre todo de quienes no conocen la escritura judeo-cristiana; pero me basta saberme interrogada por mis propias ansiedades para interrogarlo desde la poesía, que es una forma de leer.
Sobre el Número 24
«DEL PSICOANALISIS COMO TRANSMISIÓN
A UN CIERTO “PSICOANALISIS” CERTIFICADO»
Este es el título del número de Errancia en el que se publican los poemas, y no puedo imaginar mejor lugar para dejar al personaje hablar, que esta revista mexicana que, en la presentación de su línea editorial declara:
Pensar-nos duele, ser-nos duele, desear-nos duele, amar-nos duele, crear-nos duele. Ahí donde el sujeto se afirma colocado al servicio de aquello que se le impone hacer, impidiéndole ser, el errante confirma la presencia del ser que establece su causa más allá del mandato de entregarse al deber.
Si herejía tiene que ver con elección, el errante es un hereje en las veredas de la incompletud.
(…) Errancia, la palabra inconclusa…, revista virtual de la Universidad Nacional Autónoma de México, con 10 años de hacer caminos y 23 números publicados, es una apuesta editorial cuatrimestral, abierta a los saberes que hacen falta y otras maneras de decir, que descompletan y problematizan los discursos colocados en el lugar de la verdad y de lo verdadero; saberes y escrituras procedentes de los territorios del Psicoanálisis, la Filosofía, la Literatura y la Poesía.
Errancia, la palabra inconclusa
Para ver los trabajos literarios de los otros 30 escritores latinoamericanos. incluidos en el número 24, pincha aquí: Caidal. Te recomendamos, igualmente, visitar otras secciones de interés: Litorales y Poliéticas, en las que la palabra en prosa adquiere sonoridad poética aun tratándose de escritos teóricos, ensayísticos y analíticos.
Sobre el artista
Pedro Pablo Oliva (Pinar del Río, Cuba, 1949) es graudado de la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán, en La Habana (1970). Su obra ha sido expuesta en más de viente exhibiciones individuales y colectivas, incluidas las bienales de La Habana y Venecia. Parte de su obra es custodiada por el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. Es Profesor Adjunto del instituto Superior de Arte (I.S.A.) en La Habana. Entre sus distinciones figuran: “Maestro de Juventudes” (2007) por la Asociación Hermanos Saíz, la Orden por la Cultura Nacional (1988), el Premio Nacional de Artes Plásticas (2006) y el Premio “La Utilidad de la Virtud”, por la Sociedad Cultural José Martí. En 1991 fue el primer artista vivo en la isla en exhibir en New York después de 1959, y en el año 1993 su obra entró en el circuito de las más importantes casas subastadoras como Christie´s y Sotheby´s. (Información resumida a partir de la página web del artista.)