Treparse no es montarla: Tacas de Ángela María Valentín
La relación con el hombre y la construcción de su poema es otra cosa: ni taco, ni taca ni talón descalzado. En este poemario, la corporeidad del sujeto erótico no se construye con adjetivos, imágenes ni metáforas sino con verbos; los cuerpos se asumen no como una entidad visual, ni siquiera táctil, sino como ruido y movimiento. Se conoce al otro más por lo que hace que por lo que dice, como reconocemos a una pareja por su baile. Abundan en Tacas los poemas a un hombre cuyo perfil simbólico la poeta codifica desde las figuras míticas de Caronte y de Teseo, sin incurrir en una reelaboración de los mitos. Toda convivencia pisa callos, y estos poemas al hombre dan cuenta de los pisotones compartidos al interior de una relación en marcha. No son estos textos algo que pueda etiquetarse como “poemas de amor” ni “poesía erótica”. Pero tampoco son, exactamente, versos de escarnio, sino requiebros de la soledad en compañía y, “a veces”, guiños de su reverso, la soledad acompañada; una soledad de tono existencialista que, desde la publicación de Ideas Inconclusas (2011), parece marcar la personalidad poética de Valentín y confirmarse en el libro que comentamos:
Como cualquier expatriada
no tengo asideros
ni pertenezco a nadie
camino lentamente
con la sensación constante de vivir trasnochada
sin fichas de identidad
detestando gremios, grupos, contraseñas,
claves y listas
meros salvavidas de los que se agarran los pobres
al toparse con el miedo a la soledad
y al vacío de la nada.
Soy errante, vagabunda
con una clave de sol en los dedos
y miles de átonos en la frente
no quepo en ningún lugar
ajena soy
mi hogar es la utopía
que cargo pesadamente sobre los hombros…
“Treparse”, en fin, no es lo mismo que “montarla”. Desde la autoconciencia de un ser en lucha contra sus demonios interiores, Ángela María Valentín inicia su andadura poética caminando en puntas sobre la negación y el desasosiego. La poeta se mira en estos textos con la misma dosis de sospecha y crítica con la que cata a los personajes que la rodean (Así podemos releer su punto de partida: “Nunca he dicho que soy poeta”). El poema “El violín” resume simbólicamente el emprendimiento de una escritura que, para caminar sobre lo precario, renuncia a la música.
Ella gime
como cuando se le hace un glizzando al violín
lento
pero preciso
gime
como gime el violín
cuando se olvida la partitura
cuando se cierran los ojos
y se echa a volar
a veces el gemido es intenso
como ese primer orgasmo
que te sacude de improviso
con sorpresa y terror
volándote los sesos
otras, ahora las más,
el gemido es
ansiedad-furia-desconsuelo
ansiedad-furia-desconsuelo
da capoal fine, eterno laberinto
tutti, sostenutto
el violín moribundo
persigue su eco en el aire…
Ángela María Valentín (Tacas, Editorial EDP, 2015, 74p.) es una poeta, cantante y violinista puertorriqueña. Se doctoró en literatura por el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe y es docente en el Recinto Universitario de Mayaguez de la Universidad de Puerto Rico. Es coautora del poemario Ideas Inconclusas (con Waleska Victoria Castillo, en edición de las autoras, 2011) y autora del cuento infantil Las alas del abuelo (Editorial EDP, 2015).
Publicado en Diálogo, 26 de febrero de 2016. Por: Rosa Vanessa Otero (c) 2016
LaRosaDeletrea es el sitio web de la escritora, editora y periodista cultural puertorriqueña Rosa Vanessa Otero, donde publica muestras de su poesía y notas acerca de su trabajo literario, así como sus artículos sobre otros autores y comentarios sobre algunos de los libros que edita para la Universidad de Puerto Rico. Mantiene, además, el blog alapoesia.com, en el que publica avances del programa radial de entrevistas y lectur poética Alapoesía, que produce para Cadena Radio Universidad de Puerto Rico.
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